Ir al contenido principal

PROCESAMIENTO COGNITIVO DE LA EMOCIÓN DE FELICIDAD




El procesamiento cognitivo de la emoción de felicidad presenta las siguientes características:

·         Evaluación afectiva de la situación

·         Valoración de la situación

Evaluación afectiva de la situación

a)    La Novedad

El proceso cognitivo que subyace a la felicidad se desencadena ante situaciones que no resultan sorpresivas para la persona, o que lo son en grado mínimo. En general, las circunstancias generadoras del sentimiento de dicha no son nuevas en la vida del sujeto. Por el contrario, suelen estar asociadas a planes o proyectos personales que en muchas ocasiones cubren amplios períodos de la vida del individuo, cuando no abarcan la totalidad de su existencia (p.ej., la creación y mantenimiento de un núcleo familiar). Las metas articuladas en estos planes son deseadas y buscadas intencionadamente, lo que hace sentir a la persona cierto agrado de control sobre las contingencias que desencadenan los sentimientos de felicidad. Del mismo modo, ello le permite generar una expectativa de alta probabilidad de ocurrencia de las consecuencias positivas derivadas de tales circunstancias.

b)   La Agradabilidad

La situación desencadenante es valorada por la persona como altamente positiva. De hecho, se esfuerza por mantener este estado de cosas tanto como le es posible, y vive su desaparición con gran zozorra.

Valoración de la situación

a)      La Significación

Al ser las consecuencias derivadas de la situación desencadenante congruentes con los planes y necesidades, facilitan el logro de metas previamente fijadas.

b)      El Afrontamiento

Por lo común, la persona feliz es consciente de que este estado emocional resulta de la convergencia de:

·             La iniciativa personal en el logro de los propios intereses

·             La intervención de terceras personas

·             La ocurrencia de un cúmulo de circunstancias favorables.

El cariz agradable de este estado determina que la necesidad de afrontamiento sea realmente muy baja, y que, lógicamente, la capacidad de la persona para adaptarse a las consecuencias que de él se derivan sea, en cambio, muy alta.

Bibliografía

Fernández, E., García, B., Jiménez, M. P., Martín, M. D., & Domínguez, F. J. (2011). Psicología de la Emoción. Madrid: Universitaria Ramón Areces.






Comentarios

Entradas populares

Psicóloga Vecindario TRASTORNOS DEL SUEÑO Instrucciones para la Higiene del Sueño